domingo, 20 de abril de 2025

EL VALOR DE LA BASURA

 (Nota publicadda en La Nueva Provincia en 2006)

El valor de la basura

Por Aldo Isidoro Holtz.


 Es alarmante la normalidad con que los ciudadanos de Bahía Blanca nos "movemos" entre la basura; caminamos por paseos públicos, calles y sendas rodeados de bolsitas de polietileno llenas de residuos o con los mismos volcados al lado, pets de gaseosas y recipientes plásticos vacíos, tetrabrik, latas de conservas y restos varios.

Esa preocupante normalidad es la consecuencia del acostumbramiento al que nos están sometiendo estas administraciones de pobreza y miseria, a las cuales poco les interesa que los ciudadanos se eduquen y prosperen, sino que solamente les interesa fomentar la vagancia con limosnas que globalmente les salen más barato que poner en marcha un plan de crecimiento y dignidad (algo así como: vos me votás y yo te doy un subsidio, andás con patente vieja, te "colgás" de la luz, tirás la mugre donde quieras, etc.). Carecen de compromiso con la comunidad. Estoy diciendo esto de los últimos gobiernos nacionales, provinciales y de la que más nos interesa: la administración local.



 Referente a la basura: ¿Quién la tira en esos lugares, en vez de dejarla en los contenedores o, simplemente, en su vereda, para que la retiren los recolectores de residuos?

 A saber:


1) Todos tenemos algún vecino que deja la basura en la vereda del otro.


 2) Todos, alguna vez, hemos tirado un papel en la calle.

 3) Hay vecinos que limpian sus patios y tiran trastos en la periferia de la ciudad.

 4) Hay vecinos que sacan la basura en cajas de cartón.

5) Hay cartoneros que se llevan esas cajas para venderlas y tiran la basura en el primer espacio verde que encuentran.

 6) Hay vecinos que sacan las cajas de cartón solas, para que las retiren los cartoneros y ponen la basura en bolsas de polietileno, como corresponde.

 7) Hay gente sin trabajo que busca cosas para vender (por ejemplo. pets de gaseosas y otros plásticos) y se lleva las bolsas con los residuos y las abre y vuelca en el primer espacio verde que encuentra.

 8) Hay gente sin trabajo que tiene hambre y busca algo para comer y hace lo mismo que en el punto 7.

 9) Hay gente sucia.

10) No echemos la culpa a los perros, porque ellos rompen la bolsa en la misma vereda del vecino y es el mismo vecino quien junta la basura volcada.

¿Cuál es la solución? Mejor dicho, ¿se requiere solucionar este problema, o que la gente coma residuos y/o los tire donde quiera también es parte de la "contención social" de la que tanto hablan nuestros gobernantes?

Desde el gobierno municipal, a alguna "mente brillante" se le ocurrió que los vecinos discriminen la basura antes de sacarla, para que los "abrebolsas" no tengan que tomarse ese trabajo.

 Lo de siempre: los que hacen las cosas bien tienen que pagar por todos. (A esta altura del partido, no creo que se le pueda ocurrir algo mejor a ningún funcionario).

 Ahora, cómo hacemos para explicar a una persona con hambre y limitada educación que no tiene que abrir la bolsa "A" sino la bolsa "B". O, más "finito" aun, ¿quién controlará que esta persona no tire la bolsa vacía en cualquier lado, aunque abra la que le corresponde?

Teniendo en cuenta que en nuestro país no funcionan los sistemas de control, debido a la mediocridad de los encargados de controlar, que sólo castigan a los buenos porque no encuentran (o no buscan) a los malos, sólo me queda proponer las siguientes posibilidades de solución:

Solución 1: Que los barrenderos y recolectores también recorran los espacios verdes, baldíos, franja del F.C. y periferia (si ya lo están haciendo, tendrán que hacerlo más seguido).

 Gandhi dijo: "No hay camino hacia la paz; la paz es el camino". Trasladado a nuestro tema, sería: "No hay un camino hacia la limpieza; la limpieza es el camino", o sea, que los que ensucian, no ensucien. Pero... ¿Cómo hacemos?

 Solución 2: Disponer de depósitos municipales ubicados en distintos sectores de la ciudad, donde todos quienes quieran vender bolsas de polietileno con residuos que no tengan ningún valor cobren algunos centavos por cada una de ellas.

Así podríamos apreciar cómo quienes ahora ensucian comenzarían limpiando su casa, luego su barrio y todos los lugares donde concurran (incluso, embolsarían la basura que encuentren tirada). La basura sería retirada de los depósitos todos los días por la empresa recolectora y llevada adonde ahora se deposita.

 Ante una solución que en menos de una semana cambiaría nuestro sucio paisaje por una ciudad realmente limpia, los contribuyentes no tendríamos inconvenientes en financiar el inicio del emprendimiento por medio de un ajuste en una cuota del impuesto municipal (ojo, sólo en una, ¿eh?). Luego, deberá financiarse con el dinero ahorrado en el presupuesto para limpieza.

El personal de recolección que sobrare podría pasar a barrendero, destapaciones, parquización, ordenamiento "en serio" de tránsito (que hace falta), etc.

 Puede parecer ridículo, pero a males argentinos, soluciones argentinas. Lo lamento, pero se me ocurre que la única manera de que el que es sucio no ensucie es que pueda vender la mugre.


Aldo Isidoro Holtz es comerciante y reside en Bahía Blanca.

sábado, 19 de abril de 2025

TE ACORDAS DE DON DIEGO?

El supermercado Don Diego, inaugurado en marzo de 1967, marcó un hito en la historia comercial de Bahía Blanca al ser el primer establecimiento de su tipo en la ciudad. Ubicado en la calle San Martín 222, este emprendimiento pionero fue liderado por el empresario Diego Meyer y un grupo de inversionistas locales. Fue el primer supermercado en esta ciudad.

Don Diego revolucionó la experiencia de compra al introducir un sistema novedoso de venta de mercaderías, con góndolas organizadas, precios visibles y una amplia variedad de marcas. Además, fue el primer supermercado en abrir sus puertas los fines de semana, atrayendo a miles de clientes con su lema "más por menos". Entre sus innovaciones destacaban los carritos de compra, música funcional y un espacio para niños llamado "Diegolandia".

El supermercado se convirtió rápidamente en un punto de referencia para los bahienses, ofreciendo una experiencia de compra moderna y accesible. Su éxito inicial llevó a la apertura de sucursales en diferentes barrios y localidades cercanas.

A pesar de su prometedor comienzo, Don Diego cerró sus puertas en 1974 debido a problemas financieros. Sin embargo, su impacto en la memoria colectiva de Bahía Blanca perdura como un símbolo de innovación y progreso en el ámbito comercial. Los bahienses recuerdan ese latiguillo famoso: "Tiene de todo, como Don Diego".


LA CALLE DE LOS CABARETS

La calle Soler, ubicada en Bahía Blanca, es un lugar cargado de historia y transformaciones que reflejan la evolución social y cultural de la ciudad. Desde sus inicios como un espacio residencial hasta su fama como la calle de los cabarets, sobre todo desde calle Brandsen hacia Avda. Cerri, Soler ha sido testigo de múltiples cambios a lo largo de las décadas. En cuadras anteriores era zona comercial.

A comienzos del siglo pasado, la calle Soler era conocida por sus residencias y su proximidad a la Estación Sur, un punto clave para la llegada de inmigrantes y el movimiento comercial. En sus primeros años, la calle era un lugar tranquilo, con casas bajas y una atmósfera de comunidad.

Con el paso del tiempo, especialmente durante el siglo XX, la calle Soler adquirió una reputación distinta. Se convirtió en una zona de cabarets y prostíbulos, ganando fama como un lugar de entretenimiento nocturno y, en ocasiones, razias policiales y peligro.  Los bahienses mayores recuerdan, por ejemplo, a Marabú, el 77 o el prestigioso Diabolo, un cabaret que solia traer figuras internacionales del rubro.  Este cambio reflejaba las dinámicas sociales y económicas de la época, así como la influencia de la estación de trenes cercana.

En años recientes, la calle Soler ha experimentado un renacimiento. Los vecinos y el municipio han trabajado para cambiar su imagen y revitalizar el área. Hoy en día, la calle busca recuperar su lugar como un espacio cultural y comunitario, dejando atrás las sombras de su pasado.

La calle Soler es un ejemplo fascinante de cómo los espacios urbanos pueden transformarse y adaptarse a lo largo del tiempo. Su historia, marcada por inmigrantes, cabarets y renacimiento, la convierte en un lugar emblemático de Bahía Blanca. Explorar sus calles es como caminar por las páginas de un libro lleno de historias y memorias.

viernes, 18 de abril de 2025

QUIEN ES TIM BALLARD?

 Tim Ballard es una figura pública controvertida, cuya carrera y trayectoria han generado admiración en algunos sectores y fuertes críticas en otros.

Ballard se destacó inicialmente como exagente de seguridad en agencias estadounidenses, y en 2013 fundó la ONG Operation Underground Railroad (OUR). Esta organización se dedicaba, según su versión, a rescatar a niños víctimas de trata y explotación sexual, lo que le ganó notoriedad y lo convirtió en un símbolo de la lucha contra este flagelo. Su labor fue llevada a la gran pantalla en la película Sound of Freedom (2023), en la que se lo presentó como un héroe incansable, consolidando una imagen mediática muy poderosa y simpática para ciertos sectores.

Además de su trabajo en el ámbito de rescate de menores, Ballard ha mantenido vínculos con figuras políticas y religiosas. Es miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (mormones) y ha estado relacionado con círculos de la derecha estadounidense, llegando a entablar una relación cercana con figuras como Donald Trump. Estos lazos le han brindado apoyo en algunos escenarios, pero también han contribuido a polarizar opiniones sobre su figura.

Detrás de la imagen del justiciero, han surgido en los últimos años serias denuncias que empañan la reputación de Ballard. Varias excolaboradoras y periodistas, entre ellas la reconocida Viviana Canosa, han señalado comportamientos inadecuados y presuntas manipulaciones en el marco de sus operaciones, llegando a acusarlo de abusos sexuales y de utilizar operaciones encubiertas como excusa para beneficiarse de donaciones millonarias. Estas denuncias incluyen acusaciones de acoso, coacción e incluso explotación dentro de la misma organización que fundó, lo que ha abierto un debate sobre la veracidad y la ética de sus métodos de rescate.

La historia de Tim Ballard ejemplifica cómo una narrativa de rescate y heroísmo puede ser utilizada para generar impacto mediático y apoyo popular, al mismo tiempo que se esconde una realidad compleja y, en algunos aspectos, problemática. La combinación de actividades de rescate, implicaciones políticas y denuncias legales hace indispensable que se realicen investigaciones independientes sobre sus operaciones.

Frente a ello, se pone en entredicho no solo su figura, sino también la forma en que se aborda la lucha contra la trata de personas y la explotación infantil desde el ámbito público y mediático.

En definitiva, mientras algunos ven en Ballard un defensor infatigable de los derechos de los más vulnerables, otros consideran que su figura se ha construido sobre narrativas exageradas que ocultan comportamientos éticamente cuestionables. Este contraste invita a profundizar en cómo se manejan y comunican las intervenciones en temas tan sensibles, y abre la puerta a cuestionar el impacto real de estas acciones en el combate contra la trata y el abuso infantil.