jueves, 16 de abril de 2015

ESCUELA 55 EL SABER CON CHAPA DE BARRIO

Resultado de imagen para ESCOLARES CON GUARGAPOLVOS..Buena, esa publicidad institucional sobre la escuela primaria, donde varios chicos le "hacen pié" al mas gordito para que espíe por el ventiluz a las niñas bailando folclore.... Me parece., como si mi recuerdo de la escuela primaria hubiese sido grabado en ese mismo ambiente, con los mismos actores, musicalización y escenario.. ¡Una escena tan bien lograda! ..Es que en mis tiempos de escolar fue tal cual! Me trae muchos recuerdos...

Tuve la dicha de disfrutar de mis deberes de escolar en la escuela N° 55 "Almafuerte" en el barrio Kilómetro 5 de Bahía Blanca. El predio donde se encontraba la escuela lindaba con las vías de ferrocarril, el terreno y casa de la familia Olea sobre calle Inglaterra, los terrenos de Clementina, Roque y algún otro vecino que ahora no aflora de mi memoria, sobre calle Malvinas y la cancha de fútbol del club K5; la que usábamos para correr en bicicleta antes de entrar y jugar al fútbol o hacer gimnasia cuando, en los últimos años, tuvimos educación física. Todos los límites estaban rodeados de tamariscos.

Recuerdo que en las fechas patrias, cuando se conmemoraban en el día en que correspondían, con un acto en el patio, entre la medianera del edificio y la primera linea de eucaliptos, donde se armaba el escenario, generalmente utilizando una ventana como entrada de los "artistas" (quienes "representaban").Era una ventana con celosías de hierro, alta; de un aula que hacía las veces de camarín y daba salida a nivel del escenario.

La concurrencia, nosotros los alumnos, formados en fila por grado, según altura, vestidos con guardapolvos, zapatos de cordón o mocasines, algunos con alpargatas, "Boyero" o con "Pampero" (tipo náuticas de 1960); lo último en calzado de la época. Algunos con pantalones largos de lanita (nada de jeans y joggins) y otros con pantalones cortos y medias de streech, con 5 grados bajo cero, para el 9 de julio, por ejemplo.

También los padres que se acercaban al acto, aprovechando el día no laborable, soportaban el frío y los discursos de la directora, la vice, alguna maestra, mas la presidente de la cooperadora; antes de pasar a degustar el "plato fuerte" de la jornada, que era la actuación de sus hijos en las representaciones alusivas a la fecha. Asimismo, contabamos con algunos representantes de la policía provincial, no por vigilancia sino porque eran los padrinos de la escuela.

Teníamos un conjunto folclórico que normalmente actuaba, conformado por Nestor Sesma y Carlitos Girotti, entre dos o tres mas que no recuerdo y los/as destacados/as de siempre en decir versos o bailar.. Mabelita Casas bailaba la Jota en casi todos los actos. Pero, volviendo a enlazar los límites de tamariscos con las fechas patrias, recuerdo que cuando terminaba el acto, venía el camión del ejército con un acopladito olla, adonde traían el chocolate caliente que nos entregaban a cada uno de los alumnos acompañando de un bollito con crema y azúcar, los cuales esperábamos a recibir por medio de una larga fila que formabamos para ir saliendo.

Los mas avanzados, no en los estudios, sino en las mañas de la jerga escolar, recibíamos nuestra ración alimenticia de un soldado que nos llenaba el vaso plástico con chocolate y nos daba el bollito, mientras otro conscripto nos invitaba a salir de la escuela..., acto seguido de esa ingesta; volvíamos a entrar al predio de la escuela por los pasadizos que teníamos hechos entre los tamariscos (para cuando llegábamos tarde a cantar "Aurora" durante el izamiento del pabellón), volviendo a hacer la cola para que ante la complicidad del militar, pudiésemos volver a degustar semejante manjar no habitual en nuestras vidas en esos tiempos.

Había un piso alisado de cemento en rededor del edificio hasta los baños, y el resto del terreno se pelaba antes del comienzo de la temporada lectiva para que pudiésemos jugar todos los chicos. Ya para fines de abril, nuestro patio de recreos estaba colmado de pastos, entre los que se destacaban las llamadas "pajas vizcacheras", un yuyo excepcionalmente fuerte, el cual usábamos como trampa para que se caigan quienes corrían en el patio, atando dos extremos de sus matas, las cuales prevalecian ante las piernas de cualquier alumno. Uno de los pioneros en armar esas trampas era el "Colo" Osvaldo Chisú, entrañable compañero escolar, hijo del carnicero de nuestro barrio y hermano, amigo y hoy socio de Luis Chisú (convengamos que esas tres relaciones juntas no son muy fácil de encontrar). Gente de primera.

Entre mis compañeros recuerdo, al "peti" Tomassini, un petisito de voz afónica, fenomenal jugador de fútbol, al que entre varios no le podíamos sacar la pelota mientras nos gambeteaba. Durante años miré en el diario del lunes los informes de los partidos de la liga del sur, esperando encontrarlo en la formación de algún equipo de primera. No se que será de su vida hoy en día. Creo que junto a Miguel Ángel Villa "Villita" fueron los mejores futbolistas cercanos a mi de la época.

Otro personaje que recuerdo era el "Ruso" Schmidt; un grandote, repitente y reincidente en ello, que ostentaba el título de ser el que escupía mas lejos. Se sentaba atrás por su altura, pero los de adelante igualmente recibían sus proyectiles de munición pesada bucal. Un día, en un recreo, el ruso subió a un gualeguay del patio y robó unos pichoncitos de un nido de gorriones, a los que tuvo prisioneros en el bolsillo del guardapolvo, ya en clase dentro del aula.

Mi compinche y amigo de esos tiempos fue Jorge "Tatón" Jacobi, con quién padecíamos las penitencias a las que nos condenaba la maestra. Una mañana, nuestra "seño" nos sacó al patio con temperatura bajo cero y nos dejó allí, fuera de clase por un rato, para escarmentarnos. En ese ínterin, entró al predio de la escuela Carlitos Limoncelli, otro compañerito, que traía flores que su madre le mandaba para la maestra..., -los primeros toscazos que le tiramos a Carlitos los atajó con el ramo de flores, que quedó impresentable. El bueno de Carlos, respetuoso de nuestros códigos; nunca nos deschavó.

Desde calle Malvinas e Inglaterra, donde habitualmente se asentaban las tribus gitanas, se divisaba hasta mucho mas allá del canal Maldonado, ya que no había barrios esa época, sino chacras. A lo lejos "blanqueaban" los techos del matadero municipal (hoy delegación norte), ubicados cerca de la casa donde vivía Alfredito Reinoso, quién una vez, para una clase sobre el cuerpo humano, trajo un chimango que cazó en el dormidero de esos bichos, cercano al matadero, para destriparlo y ver sus órganos internos, tal cual sabía que hacían con las vacas en ese frigorífico vecino.

En segundo grado tuvimos a la maestra Celina Zmuidiña, que tenía un raro escarmiento para quienes nos peleábamos en el aula. Un día, ante la enésima pelea a trompadas de Oscar Flores y Negrete (no recuerdo el nombre), los hizo pelear hasta que se cansaron dentro del aula, trompeandose y rodando hasta abajo del escritorio, con nosotros de publico alentando a las partes. Negrete, tenía antecedentes penales; una vez trajo un mata gatos y le pegó un tiro a un tintero, hecho (entre otros) que le valió una estadía en el reformatorio de Calderón, de donde a cada tanto se escapaba y se venia a nuestra escuela. La policía, ya avisada de su huida; lo esperaba entre nosotros.
Un día muy especial era el viernes o lunes posterior de la semana de la exposición rural de Villa Bordeu. Llevabamos alguna vianda para pasar toda la mañana en ese predio. Nos pasaba a buscar por la escuela, un "carro de asalto" de nuestros padrinos, la policia. Era un vehículo parecido a un colectivo, un poco mas chico, con rejas en las ventanillas, que era usado para enviar comandos de policias a algún allanamiento u operativo. Ibamos cantando hasta Bordeu. Inolvidable!

Recuerdo que una de las travesuras, si se las puede llamar así, que mas nos gustó fue bajar la bandera e izarle la bicicleta a Carlitos Blanco en el mástil. La buscó hasta el llanto y hasta la casi expulsión de varios de nosotros.

Compartí esos años, además de quienes ya nombré, con Oscar Arellano, "Tata" y Jorge Limoncelli; increíble amigo ya fallecido; Ana María Chisú (melliza del "Colo"); Barroso, Goñi, Enrique Dafthausen, hijo de la señorita Otilia; Antón, Sanger, "Tatín" Castro y Antonio Marchese, estos dos últimos mis vecinos y amigos del barrio también. No dejaré nunca de recordar a Lucinda, una compañerita desde mi primer día de escuela que falleció en un accidente. Todas los alumnos y maestras fuimos a su velatorio, en la propia casa de sus padres; mi primera experiencia cercana a la muerte.

Seguramente, luego de terminado este relato me acordaré de mas amigos y anécdotas, pero creo que hasta aquí basta, por lo menos para dejar en claro que a pesar de ser una escuela de barrio "atorrante" hoy en día la sociedad bahiense cuenta con ciudadanos de primera egresados de la 55.

Y para terminar mi recuerdo, me vuelve a brotar el barrio y deseo dedicar estas palabras a los "caquitas" de aquel entonces, ...Los de la escuela veintidós.°

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