viernes, 16 de agosto de 2024

UN SALAR Y CERQUITA NOMAS..

 El tercer salar más grande del mundo se encuentra en la Patagonia argentina.

Está ubicado a solo 50 kilómetros de Las Grutas y ofrece un paisaje desértico único cubierto de sal.
Las Salinas del Gualicho son una de las maravillas naturales más sorprendentes de Argentina. Ubicadas en la provincia de Río Negro, a tan solo 50 kilómetros de la popular playa de Las Grutas, este inmenso salar es el tercero más grande del mundo en términos de producción de sal.
Asentadas sobre una de las mayores depresiones del planeta, a 72 metros bajo el nivel del mar, las Salinas del Gualicho se destacan por su paisaje desértico y único microclima. En verano, las temperaturas pueden alcanzar los 50 grados centígrados, mientras que en los meses de agosto y septiembre suele formarse una laguna que refleja los colores del cielo.
"Es un lugar realmente impresionante, con una belleza natural que deja sin aliento", comenta Martina Gómez, guía turística que ha recorrido extensamente las Salinas del Gualicho. "Además del increíble paisaje, el salar está cargado de historia y leyendas de los pueblos originarios que lo habitaron".
Con una superficie de más de 2.000 kilómetros cuadrados, las Salinas del Gualicho son las segundas más grandes de Sudamérica y las terceras del mundo. Su inmensidad y la particular condición geográfica que las ubica por debajo del nivel del mar les otorgan un microclima único, muy diferente al de otras salinas argentinas como las Salinas Grandes en el norte del país.
"Caminar por este salar es una experiencia verdaderamente mágica", describe Martina. "La sensación de estar rodeado por un mar blanco que se extiende hasta el horizonte es realmente impactante. Y cuando se forma la laguna, con sus reflejos del cielo, el paisaje se vuelve aún más espectacular".
Además de su belleza natural, las Salinas del Gualicho están cargadas de historias y leyendas vinculadas a los pueblos originarios que habitaron la región. Según la mitología tehuelche, un dios irascible mora en el salar y solo puede ser apaciguado con ofrendas.
El Cronista
Tod

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