Tomado de La Nueva
Alejandro Montecchia pasó hoy por "El Diario Deportivo" para recordar lo vivido hace exactamente 20 años, cuando la selección argentina de básquetbol ganó el histórico oro olímpico en Atenas 2004.
"El grupo fue fundamental, cómo nos sentíamos estando juntos, cómo disfrutábamos adentro y afuera de la cancha tuvo muchísimo que ver con lo que se consiguió. Más allá del talento, el carácter y todo lo que había en ese grupo, si a eso no le metés una dosis del compañerismo y lo bien que lo pasábamos juntos, es muy difícil de conseguir", reconoció "El Puma" en el programa que se emite de lunes a viernes -de 14 a 15- por La Nueva Play.
Aunque los años pasan, aún cuesta tomar dimensión de lo conseguido por aquel increíble equipo.
"Van pasando los Juegos Olímpicos y no se repite. Uno no se termina de dar cuenta de la dimensión del logro, te vas sorprendiendo año a año y más que nada con el agradecimiento que uno recibe de la gente. Recibir ese cariño es impagable, es algo increíble", reconoció Ale.
De todos los momentos vividos aquel 28 de agosto de 2004 hay uno que quedó inmortalizado para siempre en la historia del deporte mundial.
Se trata del instante en el que sonó el Himno Argentino en el podio, con Argentina en los más alto escoltado por Italia y un poco más abajo -ni más ni menos- que Estados Unidos.
"El del himno es 'el' momento. Es difícil de explicar con palabras lo que uno sintió ahí. Querías llorar, abrazarte con tus compañeros. Te salía la alegría por los poros, no sabes cómo reaccionar. Hoy miro las imágenes y no se me cayó una lágrima. Quería llorar, pero no podía por la alegría que tenía. Es más, lloro más ahora que en ese momento. Es algo increíble. Ese momento es único, escuchar el himno y ver subir la bandera es muy fuerte", admitió.
Previo a ese broche de oro, el combinado argentino había conseguido otro logro memorable al vencer en semifinales a Estados Unidos, algo que marcó un hito en la historia y también en ese torneo.
"Creo que el ganar el oro fue inmediatamente después de haberle ganado las semifinales a Estados Unidos. Sabíamos que no podíamos dejar pasar esa oportunidad, que éramos superiores a Italia y sabíamos que no nos podíamos confiar", contó el Puma.
Uno de los grandes gestores de ese grupo increíble fue el entrenador Rubén Magnano, quien fue el encargado de guiar a ese plantel.
"Nos marcó el camino de entrada, las cosas eran como él decía y si no te gustaba... no tranzaba. Creo que eso lo fue moldeando y aprendiendo con el correr del tiempo y se fue ablandando muchas cosas que al comienzo eran más rígidas", explicó Ale, quien tiempo después le regaló una réplica de la medalla al cordobés.
"Nos trataba a todos por igual -agregó-, seas Manu Ginóbili, ganador de anillos de NBA, o yo que estaba jugando en Valencia y no tenía ningún anillo".
Detrás de aquel sueño que vivió El Puma, tuvo el apoyo fundamental de su familia, más puntualmente de su esposa Marina.
"Ella me empujó a que no haga una estupidez, como fue la de pensar en renunciar a los Juegos por una tendinitis que tenía en una rodilla. Mentalmente me estaba comiendo la cabeza y tuve la estúpida idea de decirle al jefe de equipo, Alejandro Cassettai, que quería renunciar. Me daba vergüenza mi situación. Me dijo que lo piense bien, que hable con mi señora y mi papá. Y mi señora cuando la llamé me dio un 'no' rotundo", contó Ale.
Una vez enfocado en los Juegos, aquella molestia desapareció.
"Yo lo borré de la cabeza. Es más, cuando quedé en la lista de los 12 ahí me hizo un clic de la cabeza que hasta me olvidé del dolor en la rodilla. Lo asimilé de una manera que no me afectó más para nada. Cuando terminaron los Juegos Olímpicos, que tuve que volver a Valencia, paré un mes y medio para recuperarme de la molestia", recordó.
De las tantas imágenes que dejó aquella final ante Italia, hay una que como bahienses nos llena de orgullo: ver al Puma, Pepe y Manu abrazados en el instante final en el que eran campeones olímpicos.
"Es algo muy emotivo. Y tengo fotos muy lindas que me mandó un fotógrafo italiano, de ese momento, que son espectaculares. Significa muchísimo en lo emocional para mí, no sé para los otros dos que no tienen corazón jaja", bromeó el Puma.
"Es muy fuerte -continuó-, venimos de la misma ciudad, salimos prácticamente del mismo club, a Manu lo conozco desde muy chiquito, y estar ahí ya sabiendo que nos íbamos a colgar el oro fue muy emotivo".
A 20 años de aquel día, hoy El Puma y todos los integrantes de aquel plantel disfrutan del cariño de la gente que le llega por todos lados. Sobre todo en la época de las redes sociales, algo que no existía en aquel 2004.
"Es increíble el cariño de la gente, es imposible ver todo. Eso es impresionante y lo que uno más valora, vale más que cualquier otro reconocimiento. Que la gente te pare en la calle y te agradezca le da muchísimo valor a lo que conseguimos", agradeció Ale.
Más allá de los recuerdos, la medalla guardo un simbolismo inexplicable que aún hoy le sigue generando sensaciones.
"Cuando veo la medalla siento mucho orgullo de haber sido parte de ese grupo. Me acuerdo de todos y cada uno de los que estuvimos ahí presentes y de todo lo que fue el proceso para llegar a eso. Veo la medalla y veo al al equipo, veo al grupo. Y me vienen los sentimientos de querer volver a verlos, de estar con ellos y compartir como en aquellas épocas", reconoció.
Ese equipo que tanto recordamos se volverá a reunir el próximo sábado 2 de noviembre en Parque Roca, para el disfrute de ellos y de todos los argentinos.
Algo para lo que el Puma ya se está preparando.
"Me voy a tirar al aro, tampoco podemos hacer papelones. Las voy a tirar todas", avisó entre risas.
Será la primera vez que se vuelvan a juntar los 12 desde aquel histórico 28 de agosto de 2004. No hay mejor manera para celebrarlo.
¡Gracias, Puma!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
DEJA TU COMENTARIO