Perdonar, no juzgar y pedir perdón a Dios por nuestros errores cometidos, es el lastre que debemos sacarnos de encima, para tener una comunicación fluida con nuestro origen espiritual. Sin peso. Sin carga. Libres de todo rencor y miedo; tal cual El nos puso en este mundo. Entonces tendremos las "antenas" limpias de interferencias para pedir por nuestras soluciones.
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