Bahía Blanca, conocida como "La Ciudad del Viento", "La chacra asfaltada", "El pago chico", es mucho más que un punto estratégico en la Provincia de Buenos Aires. Aquí, el carácter bahiense se moldea por la mezcla de culturas, su historia portuaria, campesina y su entorno, que dan lugar a un estilo de vida único.
El bahiense sabe cómo enfrentar desafíos. Desde el viento implacable que forma parte de la vida cotidiana hasta las adaptaciones económicas a lo largo de los años, se ha forjado una personalidad de perseverancia. Este rasgo se evidencia tanto en sus industrias como en su fuerte sentido de comunidad.
La ciudad vibra con el básquetbol, no por nada es la cuna de talentos como Manu Ginóbili. Pero el espíritu deportivo trasciende este deporte, con una diversidad de actividades al aire libre que los bahienses disfrutan incluso en las condiciones más adversas. A esto se suma un amor por la cultura, con teatros y centros artísticos que buscan preservar y renovar las tradiciones locales. Hay mas teatros y espectáculos musicales fuera de temporada que en lugares archiconocidos de veraneo.
Bahía Blanca crece como un polo industrial, tecnológico y educativo. Sin embargo, el bahiense aún valora las reuniones familiares y los hábitos tradicionales, como el mate compartido o los asados del domingo. Este equilibrio entre innovación y costumbres ancestrales es parte integral de su identidad.
El bahiense recibe con los brazos abiertos a quienes llegan a la ciudad, ya sean estudiantes, trabajadores o familias en busca de nuevas oportunidades. La multiculturalidad en Bahía Blanca refleja una convivencia rica y, en muchos casos, armoniosa. Tomando en cuenta que Bahia Blanca ha crecido en una zona inhospita y que sus ciudadanos batallaron contra muchas adversidades, dicen los foraneos que los ciudadanos de Bahia son algo narcicistas y exclusivos, por ello que la venida de estudiantes pueblerinos de la provincia de Buenos Aires y otras provincias linderas, a la UNS, entremezclan su sencillez con la sociedad bahiense.
Aunque los bahienses suelen ser reservados al principio, muestran un profundo orgullo por su ciudad y su historia. Su humildad los mantiene conectados con la tierra y sus raíces, incluso mientras avanzan hacia nuevos horizontes. Predomina su noción de identidad.
En definitiva, ser bahiense es llevar consigo una identidad compleja, formada por la interacción de su entorno, su historia y su gente. Es una modalidad que sigue evolucionando con el tiempo, pero que siempre conserva la esencia de su origen.