El Midget, una disciplina automovilística que combina velocidad, habilidad y emoción, tiene una rica historia que se remonta a principios del siglo XX. Este deporte, que nació como una alternativa accesible al automovilismo tradicional, ha evolucionado hasta convertirse en un espectáculo que atrae a miles de fanáticos en todo el mundo.
El Midget Racing surgió en los Estados Unidos en la década de 1930. Su nombre proviene de los pequeños autos utilizados en las competencias, diseñados para ser ligeros, rápidos y maniobrables. Estas carreras se llevaban a cabo en pistas cortas, generalmente de tierra, lo que añadía un elemento de desafío y emoción para los pilotos y el público.
Con el tiempo, el Midget Racing cruzó fronteras y ganó popularidad en países como Australia, Nueva Zelanda y Argentina. En Argentina, particularmente en Bahía Blanca, el Midget se convirtió en una tradición local, con competencias que reúnen a comunidades enteras. La pasión por este deporte ha dado lugar a generaciones de pilotos que compiten con orgullo en pistas locales. Hubo o hay algo parecido en Santa Fe, y a veces han competido en Bahia Blanca, pero ademas de tener otro reglamento jamás han podido con los nuestros.
Hoy en día, el Midget sigue siendo una disciplina vibrante y emocionante. Aunque ha evolucionado con la incorporación de tecnología y medidas de seguridad, mantiene su esencia: la adrenalina de las carreras y la conexión con los fanáticos. En lugares como Bahía Blanca, las competencias de Midget son más que un deporte; son un evento social y cultural que une a las comunidades.
La historia del Midget es un testimonio de cómo un deporte puede trascender fronteras y generaciones, manteniendo viva la pasión por la velocidad y la competencia. Desde sus humildes comienzos en pistas de tierra hasta su lugar en el corazón de los fanáticos, el Midget sigue siendo un símbolo de emoción y tradición.