Ingeniero White, el emblemático puerto de Bahía Blanca, esconde entre sus calles y muelles una rica tradición cultural y gastronómica que ha sido inmortalizada en sus viejas cantinas. Estas cantinas no fueron solo lugares donde se servian comidas, sino auténticos puntos de encuentro que narran historias de pescadores, marineros y lugareños que forjaron la identidad de esta comunidad portuaria.
En sus orígenes, las cantinas de Ingeniero White surgieron como un refugio para los trabajadores portuarios, quienes después de largas jornadas de labor buscaban alimento, compañía y un lugar para compartir anécdotas. Sus mesas estaban llenas de platos emblemáticos, muchos de ellos preparados con pescado fresco y mariscos provenientes directamente del puerto. Las recetas eran una mezcla única de influencias italianas, griegas, españolas y criollas, creando una experiencia culinaria que trascendía fronteras.
El ambiente en estas cantinas era tan acogedor como vibrante. Música, risas y conversaciones se entrelazaban con el aroma de los guisos y el vino servido en copas sencillas. Las paredes, decoradas con fotografías antiguas, mapas y objetos relacionados con la vida marítima, transmitían un sentimiento de nostalgia y orgullo por el pasado. Hace unos cuarenta años, era una salida distitiva para los bahienses, un sabado a la noche. Se festejanban alli, cumpleaños, despedidas, etc. Se comia bien y se bailaba hasta el amanecer.
Sin embargo, con el paso del tiempo, muchas de estas cantinas han desaparecido, dejando un vacío en la memoria colectiva de Ingeniero White. Algunas han logrado sobrevivir y adaptarse a los tiempos modernos, manteniendo viva la tradición y ofreciendo a las nuevas generaciones una ventana al pasado. Estos establecimientos no solo preservan recetas y sabores, sino que también son guardianes de historias, de encuentros y despedidas, de sueños y desafíos propios de la vida en el puerto.
Hoy en día, recorrer las calles de Ingeniero White y sentarse en una de las pocas cantinas que aún permanecen es sumergirse en un viaje al corazón de una comunidad resiliente y apasionada. Es recordar que, aunque los tiempos cambien, hay legados que merecen ser protegidos, celebrados y compartidos.
Ingeniero White y sus viejas cantinas son un testimonio del poder de la gastronomía para contar historias y construir identidad. Es un capítulo esencial en la historia cultural de Bahía Blanca que sigue vivo en el paladar y el corazón de quienes tienen el privilegio de disfrutarlo.